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martes, septiembre 27, 2022

Tocar

En España somos de tocar.

Ante un trabajo bien hecho, para reir un chiste, al compartir un recuerdo, tras explicar cómo nos sentimos, cuando nos atascamos en la conversación. Ahí viene el abrazo, la palmada en la espalda, el agarrar el antebrazo.

Me encanta que sea así.

Los que hemos vivido fuera lo apreciamos quizás más, porque sabemos lo que es estar meses en una ciudad en la que no hay el más mínimo contacto físico. 

Cuando observas, por ejemplo, a los niños franceses jugar en los parques con los padres, te explicas el porqué de esta diferencia. No hay apenas muestras de afecto físicas. No achuchan, no besan, no abrazan.

No sé qué sustancia química generará el contacto piel con piel, pero hace mucho bien. Nos demostramos cercanía y una predisposición fuerte a ponernos en la piel del otro.

No es malo ni bueno en sí. Nadie es mejor persona por tocar, pero se agracece.

Esa es mi teoría que, como tantas, sólo me sirve para organizar mis esquemas mentales.

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