Tal vez vivir en presente la situación de Rusia no nos permite calibrar la gravedad de la actuación de Putin.
La historia lo juzgará severamente, en el mismo paquete que Hitler o Stalin, porque lo que está provocando es un homicidio masivo, un genocidio en toda regla, por caprichos de sátrapa.
Dan mucho miedo los iluminados cuando se les da poder. Él lo tomó a base de conspiraciones, traiciones y envenenamientos.
Ahora su fuerza está en el poder del miedo.
Miedo a que te arresten, a que te detengan, a que te envenenen o a que te envíen como carne para triturar a participar en la invasión de un país libre, en la que solo él cree, justificándola con argumentos pueriles, como su pretendido nazismo.
Nazismo es lo que practica él, algo inaudito en pleno siglo XXI.
El ser humano debería establecer mecanismos para que no puedan llegar al poder figuras tan siniestras. Decenas de miles de muertos, que se dice pronto, millones de ucranianos exiliados, familias aterrorizadas en Rusia a la espera de una llamada para que recluten al padre, al hermano o al hijo.
Putin es la vergüenza de la humanidad, asesino, despreciable.
Por asesinar a alguien pasas media vida en la cárcel, ¿cuántas debería pasar él?
No puede haber perdón con él. No quiero morirme sin verlo entre rejas.
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