Los optimistas nos alimentamos de sangre nueva.
Los desengaños con el personal que nos rodea ocurren por igual entre quienes ven el vaso medio lleno o medio vacío, la diferencia es que los segundos se recrean en esas frustraciones para encerrarse en su mundo y no dar oportunidad a que otros les defrauden. O no.
A veces aparece gente maravillosa.
Los que vemos la vida con ojos esperanzados, en cambio, abrimos puertas cuando cerramos otras.
Lo bueno es que, a determinadas edades, solemos congeniar con gentes que ven el mundo con un soplo de candidez y un mucho de ganas de vivir.
Los otros están en su cueva.
Mis amigos de siempre, los más fieles, se sorprenden, y disfrutan, cada vez que organizo algún encuentro, porque siempre descubren a gente nueva en mi terreno.
Si a mí me reuniesen en una fiesta con mis amigos de hace treinta años pasaría una noche muy divertida, pero si me dijesen que son las personas con las que compartir mi mundo a partir de entonces respondería que ni loco.
Sé que hay gente importantísima para mí que aún no conozco.
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