Siempre llevo el pasaporte en la maleta, por si olvido el DNI en mis viajes. Tengo tarjetas de crédito en los lugares más insospechados, para no quedarme nunca tirado. Lleno el pasillo de entrada de cosas que tengo que recordar llevarme. Me obligo a cerrar con llave para hacer el gesto de cogerla antes de salir de casa.
Los que tenemos la mente dispersa hemos aprendido a base de perder aviones, de tener que entrar por la ventana en casa, de llamar a alguien para que venga a pagar la cuenta de mis cervezas.
Estamos en nuestro mundo.
Un día de cumpleaños, Fran me decoró la casa con carteles dorados que ponían 'Felicidades' en letras enormes. Yo volví del trabajo, comí, descansé y cuando ya atardecía di un salto al ver el despliegue.
Al menos sé que no me olvido de lo importante. Vivir en grande.
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