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lunes, mayo 31, 2021

Elegancia

La elegancia va mucho más allá de saber vestir un traje.

Yo tuve la suerte de tener un padre que la practicaba sin forzarse, y así nos mostraba, sin buscarlo, cuánto de noble hay en esos comportamientos que van más allá de la buena educación.

Uno puede ser educado y malaje; tener un comportamiento sin tacha no garantiza el saber estar.

La elegancia es no sólo respetar las reglas al conducir, sino estar pendiente de facilitar la conducción a los demás, retirarse al carril izquierdo cuando llega una entrada a la autopista, no bloquear la salida a un coche que quiere adelantar, dar un margen de tiempo al que está intentando aparcar.

Es una palabra bellísima, cuyo significado está en perfecta sintonía con su pronunciación, larga, armoniosa, sonora como una colina a la que tienes tiempo de subir y bajar. Aporta lo sutil, lo que da valor, lo que distingue. Es el sobresaliente, la visión amplia, el plus que hace la vida más hermosa.

Elegante es quien se aparta sin que sea obligatorio, quien se calla aunque pueda hablar, el que sonríe cuando los demás no lo hacen, es el que atrae las miradas, aquel con quien todos queremos conversar, el que te aconseja sin molestar, el que te da tu sitio, el generoso. El que escucha.

No hay nada más elegante que saber escuchar.

La elegancia se aprende, claro que sí. 

Sólo es cuestión de comprometerse con uno mismo a construir un mundo más amable.

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