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lunes, enero 11, 2021

Filosofía

Al mejor profesor que he tenido le llamaban 'El Simio'.

La adolescencia es muy cruel.

Se llamaba Julio, era sacerdote, se llevaba mal con el tinte y su voz era tremendamente grave.

Recuerdo con veneración sus clases de Filosofía en COU. Sí. Filosofía. Nos llevaba donde quería, sin prisas, no era necesario tomar apuntes, sino escucharlo. Platón, Kant, Descartes. Toda la sabiduría estaba ahí.

Yo, ingeniero de formación, no valoro ninguna otra materia tanto como la Filosofía.

Ahí está el meollo de nuestra existencia. ¿De qué sirve construir puentes si no sabemos dónde queremos ir? 

La Filosofía es la base de todo conocimiento. Despreciarla es despreciar la historia del hombre y el significado de lo que somos. Es la única ciencia que apoya su valor en las preguntas, no en las respuestas. Tras cada avance tecnológico hay una cuestión ética que resolver, tras cada conflicto político, detrás de todo drama personal, en cualquiera de los descubrimientos científicos.

Toda carrera universitaria o profesional debería llevar asociada un temario filosófico en el que se plantee a lo largo de todo el recorrido de esos estudios cómo ellos están imbuidos de un sentido ético.

Cada vez más apartada de los currículos escolares, yo me rebelo contra esa tendencia omnipresente de desprestigiar la apertura de mente que nos proporciona el preguntarnos ¿por qué?

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