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sábado, enero 09, 2021

Coches

La segunda vez que viajé a Japón llegué de noche.

Nos recibió un compañero de Nissan al que no me atrevo a nombrar, visto cómo de lejos puede llegar un texto por internet.

Ya nos conocíamos de mi primer viaje y estuvo muy atento con todos nosotros. Tras una cena típica de tatami, cerveza y pescado crudo, mi anfitrión me propuso en un aparte a mí, por conocerme de mi primer viaje, dar un paseo antes de volver al hotel.

—¿Te gustan los coches? —me preguntó, en su peculiar inglés.

—Claro —respondí raudo, por mucho que trabajar en Renault no implique, en mi caso, afición al motor.

Entonces, pequeñillo como era, comenzó una caminata rápida por el centro de Nagoya. Yo, reventado por el largo viaje, lo seguía a duras penas. No entendía qué podría querer mostrarme cerca de las doce de la noche. Tal vez el escaparate de un concesionario.

Las calles se estrechaban, bajábamos escaleras, con el simpático mareo que daban las cervezas. Yo caminaba feliz.

Minutos después se paró y me abrió una puerta. Bajamos una escalera de caracol y me encontré en una sala de terciopelo azul. Vacía en su interior. Muchas mujeres en minifalda y sostén nos observaban tras una barra. Luces tenues.

Me propuso sentarme en un sofá de cuero y él se perdió con una de esas jóvenes.

En apenas segundos yo estaba rodeado de siete u ocho mujeres. Una trajo una botella de whisky japonés, célebre por su calidad, otra una cubitera, otra un paño para ir secando mi copa. Ninguna hablaba inglés, salvo una china de Shangay, de ojos tan rasgados que no sabía si me miraba a mí o al whisky, que me explicó, mientras me acariciaba los muslos, qué es lo que más le gustaba de España.

—David Beckham.

Fue entonces cuando entendí mi confusión. Coches y chicas se pronuncian de forma muy parecida en el inglés de los japoneses que beben cerveza, o se distingue muy mal por un español con jet lag tras una cena bien regada.

Sin querer dar explicaciones acerca de mi orientación sexual, no sé cómo salí vivo de allí, porque con los nervios casi me liquidé la botella de whisky mientras me dejaba acariciar.

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