Mi hermana Mónica es la voz de la conciencia de nuestra salud.
Nos reímos cada vez que nos da una pauta nueva para comer o una sugerencia para llevar una vida sana, pero acabamos, casi siempre, haciéndole caso.
Hace tiempo me metió en la cabeza el compromiso personal de hacer seis mil pasos al día.
—Pasas muchas horas sentado —me explica.
Así que tengo integrado que, antes o después, tengo que pegarme esa caminata, que suelo disfrutar como un bálsamo contra el estrés.
Ocurre, sin embargo, que hay días en los que llego agotado a casa, miro el móvil y, como ayer, solo he hecho 5.800 pasos.
—Borete, voy a sacar la basura —me dice Fran.
Yo, tumbado en el sofá, miro la hora, a punto de la medianoche, y le digo, medio en broma, medio en serio.
—Llévate mi móvil, porfa, y regálame doscientos pasos.
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