Nos miraron raro. En el centro había un tipo muy maqueado, con ropa vanguardista, provocadora, y a su alrededor una cuadrilla de personajes, de más edad, que nos miraban con cierta desconfianza.
Cuando llegamos a la planta del centro comercial a la que nos dirigíamos, Fran me preguntó.
—¿Has visto quién era?
—¿El del ascensor?
Me comentó que era un rapero muy famoso, del que no retuve el nombre. Entonces visualicé la escena de unos segundos antes, ese hombre como un pavo real, desplegando su cola de colores, con su corte aduladora alrededor.
Cuando no sabes que delante de ti está el famoso, éste pierde su superpoder y, lo que ves, sin prestar atención, roza lo ridículo.
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