Otras veces hago justo lo contrario, salgo a pasear en el sentido opuesto para que, cuando me llame, yo tenga que darme una buena caminata hasta dar con él. Técnicas básicas para obligarme a mover el cuerpo tras horas frente al ordenador.
Entonces nos citamos en un punto intermedio.
—Allí nos vemos.
Es un placer, otro más, patearse la ciudad a solas. Ver el mundo girar.
Hice por fijarme en una chica, hablando por el auricular, que parecía dirigirse al mismo sitio que yo. Hablaba, gesticulaba, y no paraba de hablar. Así durante un par de kilómetros.
Agotador.
Ni siquiera pasear a solas, en silencio, con calma, se permite la gente.
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