De ahí que parte de la rebeldía contra las injusticias del ser humano se vuelvan, en su subconsciente, como rechazo a esos seres maduros que admiten tanto dolor.
El tiempo pasa, siempre acaba pasando, y el niño acaba siendo uno de esos seres que acaban cargando con la mochila de las decisiones por tomar.
Es entonces cuando entra compasión por el viejo, que lo hizo lo mejor que pudo en el tremendo escenario en que le hicieron vivir.
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