—¿Qué hermana? —pregunto yo.
—Raquel —me contesta Fran, incrédulo con mi despiste.
A veces tengo la sensación de que la vida pasa a mi lado sin enterarme. Tan entrometido en mi mundo estoy que se me escapan las cosas terrenales.
Cuando yo, además, presumo para mí mismo de lo contrario, de observar la vida con pasión. A mi hermana, a los chocos y a las lámparas del bar donde nos los tomamos.
Siento admitir que no soy tan guay como quiero ser, ni tan despierto, ni tan en el mundo. Mi universo interior emborrona muchas veces mi mirada hacia lo que ocurre ahí afuera.
—Hoy tenemos setas —nos decían el otro día en un bar de pueblo.
—¡Mi plato favorito! —exclamó Fran.
—Pero, ¿desde cuándo te han gustado a ti las setas? —le pregunté.
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