La mejor forma de pisotear comienza por la provocación, aprovechar una reunión de equipo para lanzar una andanada que te obligue a posicionarte.
—Salva —me decía un alto cargo en una mesa cargada de ellos—. Ya me gustaría tener los problemas que tú tienes.
La frase tenía bemoles. Daba más importancia a su trabajo o a sus problemas, buscaba empequeñecerme, me achuchaba a que yo explicase cuáles eran mis problemas. Ante un ataque así hay que ser elegante:
—No soy una persona a la que le guste quejarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario