El vínculo se mantuvo mientras fuimos dependientes de nuestros padres, quienes tenían en ellos una relación igual de carnal pero mucho más emocional que nosotros. ¡Eran los niños de sus hermanos!
Cuando empezamos a trazar nuestra independencia nos vamos desligando de quienes, como nuestros primos, no son nuestros amigos. Son gente a la que queremos, de la que vamos sabiendo cómo les va, a cuentagotas, a quienes deseamos lo mejor.
Es difícil saber establecer cuáles fueron los tiempos en que empezaron a desaparecer.
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