La actitud y las ganas de vivir están unidas por algún lado y no sé cuál es la gallina y cuál el huevo.
En casa es difícil cenar sin todo un ritual, de velas, de platos elegidos, de manteles que combinan, de música suavita, de copas de cristal.
Fran le echa ganas a las cosas, no entra en su mente el comer por tan solo alimentarse, sino que crea una atmósfera en que se celebra el estar vivos.
Si trato de imaginar cenas de puro tiramiento en el sofá y los vasos por el suelo, con el telediario a todo volumen y cada uno en un rincón me asustaría.
No es cuestión de estética, sino de cuidarnos sin palabras.
Está en nuestras manos hacer la vida bonita.
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