Fran, en cambio, quiere poner miso hasta en la sopa. Quedó pillado por un plato que probamos en Marbella. Una carne muy rica cocida en miso que a mí me pareció un crimen.
Desde entonces amenaza con cocinar el mismo plato.
—Compraré una presa y la colocaré en el horno a baja temperatura durante mucho tiempo. Estará tan rica que no te coscarás de con qué la haré.
—Sí me daré cuenta —le digo—. En cuanto te vea trasteando durante horas en el horno sabré que el miso viene a por mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario