Nos malea la gente mala. Una pena que sea así.
Como a cualquiera que se mueva en redes sociales, estoy acostumbrado a recibir peticiones de amistad. Hay veces en las que me llevo la alegría de que es un nuevo lector que quiere compartir su experiencia tras leer alguna de mis novelas.
Hay otras, las más, en las que la recién aceptada "amistad" acaba proponiéndome un préstamo, o me envía fotos pornográficas, o se lanza a pedirme una cita.
Entonces te dedicas a bloquear, a no aceptar a nadie desconocido y a impedirme el placer de charlar con ese lector que solo quería conversar conmigo.
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