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viernes, octubre 14, 2022

Tremendo

Paso por períodos en que me pongo tremendo con algo.

De golpe simplifico al máximo en mi mente, de forma irracional, a un colectivo. No tienen por qué ser los rusos, podrían ser los camareros, o los presentadores de telediarios, o los ingenieros industriales, o los mismos sevillanos.

Algún cable hace contacto en mi cerebro y, por algún gesto, unido a una expresión o a un comportamiento inesperado, de pronto ya esa colectividad, sin que ninguno se libre, es toda ella arisca, frívola, prepotente o cualquiera sabe lo que dispone mi cabeza.

Entonces viene el trabajo de recomposición, no, que todos los italianos no son así; de buscar ejemplos, ves, ése no es idiota; de buscarles otros adjetivos, mira, también son personas atentas; de leer acerca de ellos, para saber qué hizo que parezcan como yo siento que son.

Porque el estereotipo salta rápidamente a tu cabeza y uno lo compra sin más. Todos los de esa religión son de aquella manera, ¿o es que no lo ves? Mira esa tipa cómo se comporta, no es de extrañar, es de aquel país. No sabe conducir, claro, nació allí en...

¡Es lo fácil!

Luego lleva meses descomponer esas teorías infames y volver a confirmar que toda persona es un mundo imposible de clasificar.

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