Soy partidario de equivocarme mucho.
Tal vez ese sea uno de mis principios vitales y a ello va unido mi disposición a decir a todo que sí.
Las equivocaciones vienen, por muy sesudas que sean las reflexiones previas acerca de una decisión a tomar, por eso siento que es mejor tirarse al río con pocos miedos. Lo que tenga que venir, vendrá, pero que no quede por mí.
La vida me hubiera tratado peor, seguro. No habría viajado a tantos países, conocido tanta gente, escrito tantos libros o vivido tantas anécdotas de haber buscado la perfección.
Meditar mucho cada paso a dar lleva a no dar los pasos suficientes. Y yo no quiero vivir con freno.
Siempre que me han propueso algo, ha podido más la curiosidad de lo que podría ocurrir que las ganas de encerrarme en mi habitación.
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