Esa mezcla de inteligencia, descaro y picardía que hace que capten todo a la primera sin necesidad de explicaciones. Personas muy vividas a las que les basta un movimiento de ojos para comprenderte.
No es fácil encontrarlos, pero yo tuve la suerte de casarme con alguien así.
Son personas observadoras, de verbo fácil y humor del bueno, intuitivas, perspicaces, empáticas, que cogen al vuelo lo auténtico, como sabuesos en busca del mejor hueso.
A mí gusta provocarlas, por ver cuánto juego dan.
Todo el estímulo no lo va a proporcioar el físico, un bellezón puede hacer que te tiemblen las piernas, pero si detrás no hay un cerebro a un alto nivel, el erotismo acaba yéndose por el desagüe.
El riesgo de la gente larga es que, si no espabilas, se puede cansar de ti.
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