Me ocurre a menudo y no sé si es un superpoder con el que he nacido. La capacidad de controlar la banda sonora de mi vida. Esos instantes en los que estás feliz y consigues evadirte del lugar, sin escapar, como un ángel que revolotea la escena.
Así de disfrutón soy.
Los observo reírse, hablar apasionadamente, tirarse pildorazos, darse achuchones y no hay nada más en el mundo que no sea ese momentazo.
Normalmente les subo el volumen con el tiempo justo de no delatarme, pero alguna vez se me va...
—¡Salva!
—Sí, perdona, ¿qué decías?
Entonces Fran les explica que yo estaba en mi mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario