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jueves, diciembre 23, 2021

Montse

Se cierra el año de Montse.

Para mí.

Para ti puede ser que se esté cerrando el año de tu jubilación, o el de tu primer empleo, o el de tu superación del covid, o el de Blas, María, tu segundo nieto, el de tu madre, el de tu licenciatura, o el de haber encontrado el amor, o tu nuevo piso, o el de renacer tras un cáncer.

Mi año 2021 es el de Montse. Una chica que rozó con la punta de los dedos sus cincuenta años. Que nos tenía ya a todos enredados para celebrarlo. Una estudiante aventajada de Navalmoral de la Mata que estudió una ingeniería en Sevilla para orgullo de su familia. Una mujer que no sabía no reír. Que tocaba, estrujaba, achuchaba sin pudores. Que empatizaba con tus lágrimas si las había. Una flamenca que idolatraba a Morente, y las danzas tribales. Que se recorría África dando su ayuda a causas que serían imposibles sin alguien como ella. Una triunfadora profesional, excelente compañera de equipo, solidaria.

No olvido el día en el que, frente al Reina Sofía, me dijo que iba a ser madre. ¡Ese abrazo!

O aquél en el que me confirmó que dejaba Sevilla para irse a Madrid. ¡Ese llanto!

La gran pena es que se enamorase de quien no la quiso, cuando ella daba amor a borbotones. De tener sus hijos con un miserable que no dudó en meterla en juicios para sacarle aún más dinero, incluso cuando ella estaba en las peores fases de su enfermedad. La tragedia es que a ese sol se le cruzó ese agujero negro, inservible, desalmado, egoísta y vejador. 

Este es el año de Montse. Y todos los que vendrán. Porque somos legión los que la queremos y le daremos vida, para siempre, en nuestro corazón.

Está viva en mí. Y no es una frase hecha.

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