Tratar de exprimir la vida al máximo no es estar ciego a los dolores del mundo, ni a los propios.
Me cansan los agoreros que están en las trampillas de nuestros suelos para asomar la cabeza a cada festejo y gritarnos ¡te caerás!
Claro que me caeré, me daré batacazos tremendos, habrá días en los que no querré vivir, como ya conocí en el pasado. Maldeciré mi suerte, me daré chocazos con la pared. Seguro.
Mientras tanto me dedicaré a cerrar con buena silicona las alcantarillas desde las que se asoman esos que nacieron para recordarte, con maldad, lo frágiles que somos.
Eso ya lo sé yo.
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