No hay fórmulas mágicas ni genéricas, sino un aprendizaje continuo que se debe adaptar a cada experiencia vivida.
No cabe dar lecciones de amor a quien no ha subido al cielo por alguien y se ha caído de bruces contra el suelo, no se le puede exigir a nadie que sepa manejar un duelo por la persona amada si no sabe lo que es perderla.
La vida hay que aprenderla también de los demás. ¡Claro que sí! Hay referentes que nos pueden ayudar a desbrozar el camino, que nos colocarán faroles de guía, que nos silbarán a lo lejos.
Para ello hay que estar predispuestos a aprender, a observar a quienes son buenos, a leer mucho para crecer, a tomar modelos que nos acompañen.
Pero en el centro de tu vida estás tú, la última decisión es siempre tuya y nadie más la tomará por ti.
Cuando llegue ese cruce de caminos, mira siempre hacia donde haya más luz, porque si miras hacia donde se está más cómodo irás haciéndote cada vez más pequeñito.
Arriesga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario