Hacia mí no los quiero, los corto rápido.
—Tutéame.
Se dice que es señal de respeto, mi piel, en cambio, lo toma como vasallaje. No me gusta.
Ni en un restaurante, ni en un hotel, ni en una reunión.
Me produce sarpullidos escucharlo en el trabajo y que el jefe no lo frene, en las casas y que los propietarios no le digan, a quien tienen contratado, que les hablen de tú.
¿Quién tiene tantos galones para que le tengan que hablar de usted?
Asumimos clasismos sin rebelarnos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario