No son certezas, sí fuertes intuiciones que me hacen ver lo cerca que están de perder el pie. Se les nota en la mirada, en gestos atropellados, en frases deslavazadas que me ponen en alerta y me hacen prestarles especial atención.
Nadie está a salvo de perderse por dentro y descarrilar, pero sí es cierto que hay quien tiene muchas más papeletas para caer.
Los tengo localizados en el trabajo, entre los amigos, en algún que otro bar, incluso los distingo entre las páginas de los periódicos y en programas de televisión.
Hay veces, pocas, en que descubren que los he descubierto y entonces, avergonzado, bajo la mirada.
Una mirada que, quizás, malinterpreten, porque no hay compasión en mí hacia ellos, sino solidaridad.
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