Kanye West me parece un tío impresentable.
No sé siquiera si es músico o cuál es su principal ocupación en la vida. Ni quiero investigarlo en Google. Sé que tiene o tuvo algo con las Kardashian, otra tribu que me da repelús.
Sin embargo, cada cierto tiempo apago luces y enciendo el ordenador para dejarme llevar por ocho minutos esplendorosos que me retrotaen a lo mejor de mí.
¡Runaway!
Puede hacer quince años de la creación de ese vídeo musical al que recurro cuando busco la belleza que hay en el mundo.
¿Matamos al artista?
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