—Lo da la profesión —me respondió.
Él es médico de urgencias.
—El ochenta por ciento de las cualidades de esta profesión es mostrar aplomo, aunque te invadan las dudas en momentos críticos. El paciente no las puede ver.
Yo aprendí a actuar con determinación durante los años en los que fui responsable de calidad de la fábrica de Renault en Sevilla. Vi pasar varios directores, algunos sin los conocimientos previos necesarios sobre el producto que fabricábamos. Cuando ocurría algún incidente importante yo subía a su despacho para explicarlo.
Era imprescindible mostrar dominio sobre la situación. Ellos analizaban cada gesto en mí.
—Salva —me dijo uno de ellos—, si a ti te temblase la voz a mí me temblaría el cuerpo entero.
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