Si Descartes decía eso de 'pienso, luego existo', yo me digo 'porque Fran busca mis pies, existo'.
Ocurre muchas noches, tal vez todas. Yo me muevo de un lado a otro y es en ese instante preciso, de íntima conexión entre la oscuridad de nuestra habitación y mis sueños, cuando siento que sus pies buscan a los míos, tan sólo para unirlos y seguir durmiendo.
Entonces vuelve la respiración acompasada entre los dos y regreso a mi otro mundo, allí donde es seguro que mi otro yo se habrá percatado de que entro con nuevas energías para arreglar entuertos.
Esa íntima sensación de sentirte deseado, protegido y amado que dan los pequeños gestos.
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