Nos sirvió un plato y nos lo explicó.
—La corvina estaba impresionante —le comenté.
Él agradeció mi frase e hizo una reverencia casi oriental al comentarnos en qué consistía lo próximo que íbamos a comer.
Es emocionante ver a chavales gente con ganas de trabajar, de hacerlo bien, con humildad y profesionalidad. La pena es las malas condiciones con las que les ha tocado apechugar en esta generación de salarios bajos y temporales.
Tal vez este chico esté trabajando en el restaurante para pagarse sus estudios, o quizás quiere hacer una carrera profesional en la hostelería, o tal vez no tenga aún claro qué hacer con tu vida.
Lo hermoso es el brillo en sus ojos.
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