Sé que estamos muy liados, pero no cumplimos años todos los días ni tenemos diez mil amigos. Llegamos a un punto de frialdad en las relaciones en que parece que todo se puede programar.
Quizás llegue el momento, o tal vez ya ha llegado para algunos, en que saludes a la gente conocida por medio de mensajes enlatados, para que no te olviden, pero sin comerse uno mucho la cabeza. Hoy es día 23, pues hoy salen los saludos a Marisa, si es lunes, toca preguntarle a mi hermana por mi sobrino.
Ya ocurre en Navidad, en que recibes felicitaciones huecas, textos cursis a los que no le han dedicado más que el tiempo de reenviar. No hay nada más frío que te digan que disfrutes con tus seres queridos. Suena a alcanfor.
Reenviar, reenviar, reenviar. Te paso la patata, que no tengo tiempo. Pero que veas que sigo aquí.
Nos da miedo quedarnos solos, pero nos curramos poco el evitarlo.
Si alguien se acuerda de ti en un día especial, respóndele al menos por su nombre.
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