Incluso en mis conversaciones conmigo mismo. Cuando la sangre me hierve por dentro y apetece gritar la impotencia, que tan sano resulta a veces, yo intento buscar la enseñanza antes que la maldición, porque de la primera se aprende y te hace mejor persona.
Para las cosas tontas, como que el huevo se pegue a la sartén, como para las complicadas, que un amigo empiece a hacerte el vacío. Más que enfurecerse, lo que hay que hacer es apuntar en la lista de la compra una sartén nueva y mandarle un mensaje de amor a quien está distante contigo.
Es mucho más sano que encabritarse, porque si tiras el huevo quemado a la basura y no haces por acercarte a quien se te aleja, sólo conseguirás seguir quemando la comida y perder a alguien, que te importa, sin darte la oportunidad de comprenderlo.
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