Aunque la relación sea la más armoniosa de entre todas las posibles, hay que saber decir a la pareja cuándo algo en su actitud, en sus palabras o en el trato te ha herido.
Tenemos que expresarlo, soportar el berrinche y hablar lo necesario, porque dejar pasar esos episodios en los que uno de los dos se siente agredido es sembrar para que en el futuro vuelva a ocurrir multiplicado por dos.
Sí, a veces incluso la pareja se puede sorprender de tu reacción, de que des importancia a algo que para ella no es más que una chuminada. Las chuminadas, en cambio, sumadas una a una, se convierten en agresión.
Es sanísimo protestar, con amor; decir que por ahí, no; plantar cara a lo que, a ti, te da mal rollo.
Al hacerlo demuestras lo mucho que apuestas por la relación.
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