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domingo, febrero 05, 2023

Mi madre

Yo era tan poca cosa que verla aparecer era una subida de autoestima.

Había nacido con bizquera, más pequeño que mis hermanos y había tenido una enfermedad que me hizo quedarme en los huesos. Iba al colegio con unas gafas enormes con un parche en mi ojo vago. Tenía todos los condicionantes para ser un chaval acomplejado, de no ser por haber tenido la fortuna de poseer un fuerte carácter desde que era un renacuajo.

Lo bueno, además, es que era sorpresa el día en el que venía a recogerme. Yo solía volver a casa solo, rodeando el campo del Betis, con mi mochila a cuestas.

Había mediodías, en cambio, en los que ella aparecía. La más alta, la más guapa de entre todas las madres, con su melena rubia y sus gafas de sol resplandecientes. Me daba un vuelco entonces el corazón, mi cuerpecillo infantil ganaba dos centímetros de altura y me agarraba a ella. Yo sabía que todos miraban cómo me daba dos besos y me achuchaba. ¡Era mi madre!

No podía ser más feliz.

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