Salvo excepciones, cuando acudes a algún espacio donde te atiende gente joven, echas de menos ese punto de viveza que no les ha dado tiempo a atesorar.
A mí me gusta esa retranca de la gente curtida, que ya sabe separar lo importante de lo accesorio, que te entiende con un gesto, sin pudores innecesarios.
La juventud tiene la vida por delante, pero los demás tenemos claves que ellos aún no han tenido tiempo de descubrir. En algo tenemos que ser más afortunados.
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