Yo antes me incluía en esa categoría, era de los que navegaba entre los proyectos nuevos y los propósitos de enmienda.
Ya desde pequeñito, cada noche, me acostaba con los compromisos en mi cabeza de lo que, sí o sí, iba a hacer al día siguiente. Luego venía la pereza, las distracciones, los mosqueos, las limitaciones que hacían que me acostara con la frustración de no cumplir nunca mis metas.
Nos falta integrar nuestras imperfecciones, o nuestra realidad, en las empresas que abordamos.
Desde el momento en que asumimos que no todo va a salir bien los pulmones se abren. Y cuando la respiración empieza a ser más relajada comenzamos a ser más creativos.
Es un coñazo plantear la vida en términos de calificaciones, no debemos evaluarnos a diario ni obsesionarnos por comparaciones con otros que lo hagan mejor.
Siempre habrá quien lo haga mejor que tú en cualquier campo en el que te impliques, pero nadie hará las cosas como tú.
Nuestra vida no es una competición, ni pasamos revista ante ningún teniente coronel.
En cuanto nos quitamos esa carga, podemos volar, aunque sea a ras del suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario