A fin de cuentas, nuestro paso por el mundo no es sino una sucesión de situaciones que nos van definiendo como personas a partir de las elecciones que hemos ido tomando.
En ese camino hemos necesariamente dejado gente atrás y optado por otras, hemos dicho muchos sí y muchos no. En nuestro deambular se nos han presentado oportunidades de comportarnos de forma más o menos generosa, humilde o ambiciosa. Todo cuenta.
Recuerdo que tenía una amiga que me llamó un día desde un lugar perdido en medio de la nada con el coche estropeado.
—No paro de llamar a gente y nadie viene a recogerme.
Uno pretende que, llegado el momento y sin haber hecho los deberes, la gente vaya a tu rescate.
Aunque sea por puro egoísmo, es sensato poner siempre el corazón por delante a cada paso.
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