Convertimos una casualidad en ley, para lo bueno y para lo malo, hasta creer que estamos a salvo de malas noticias y tocados por el aura de una santa bendición.
La realidad es mucho más prosaica. Romper los ritos es la mejor forma de comprobar que no hay rutinas que nos protejan.
La salvación está en la acción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario