—Si te esperas un rato, te doy una mesa —me dijo la camarera, con cara de sargento y el pelo tan estirado en una cola que dolía la propia frente de verlo.
Era un restaurante de Bari especializado en orechiettes y no queríamos perder la oportunidad de probarlos antes de terminar nuestro viaje a la Puglia.
Ya sentados, le pedimos un vino de la carta y nos riñó.
—Ni se os ocurra tomarlo con la pasta. —Entonces nos cogió la carta y nos dijo cuál debíamos elegir, incluso más barato que el que habíamos elegido—. Este vino es el amor.
Ya comiendo vi al de la mesa de al lado, cotilla, fotografiando nuestra botella. Se la coloqué para que apareciera bien la etiqueta y el hombre, encogiendo los hombros y en italiano, se justificó:
—Quería tener un recuerdo de 'l'amore'.
No hay comentarios:
Publicar un comentario