De adolescente me refugié mucho en la música.
Conseguí que mis padres me regalaran un tocadiscos casi de juguete y empecé a coleccionar vinilos de Mecano, Tracy Chapman o Everything But The Girl.
Al ser un chaval muy metido para dentro, pasaba muchas noches de sábado con mis padres viendo esos programas musicales donde siempre, antes o después, aparecía María Dolores Pradera.
—Otra vez la pesada esta —protestaba yo, ansioso por escuchar a mis grupos preferidos.
El otro día, conduciendo de vuelta desde Conil, la pusieron en la radio. Una canción preciosa, y de golpe, con cuarenta años de retraso, sentí remordimiento por mis comentarios de entonces.
¡Me puse hasta colorado!
No hay comentarios:
Publicar un comentario