Ayudaba que yo era un crío, que apenas había salido de Sevilla, que iba con una ilusión tremenda a participar en mis primeros campeonatos de España de remo.
Fue mi entrada en Barcelona. Cómo la avenida Diagonal abría aquella ciudad enorme en dos a nuestro paso. Tanta belleza, tanta gente, tanto coche, ¡tantas historias!
Asomado a la ventana de mi autobús, camino de Girona, me quedé impactado por la potencia de un lugar que no podía imaginar, por entonces, que visitaría tantas veces cuando me hiciera mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario