No importa que tú no les hayas pedido opinión, te riñen.
Al mundo entero si hace falta. Acuden a su código del bien y del mal, para decirles a los demás que las cosas no son así.
Si se mira desde fuera, es gracioso. Esa actitud ante la vida de imponer las verdades propias.
Me los imagino al despertarse, delante del espejo, echándose agua fría en la cara y diciéndose:
—¡No debes dormir tanto! ¡no debes levantarte siempre con esa cara de pena!
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