Sería estupendo que alguien me soplara al oído la clave para distinguir a una persona mala.
O a una buena.
Leyendo a mi querido Auster, compruebo que él lo intentó. Venía a decir que las personas que tienen el ego muy alto, que no paran de hablar de sí mismas, tienen un componente alto de maldad.
O, razonaba, quienes se hacen muchas preguntas acerca de sí mismos, no ocultan sus defectos y saben escuchar, son individuos tendentes a la bondad.
Me gusta, cómo no, su forma de pensar.
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