Yo soy de menú infantil.
Me ocurre a menudo que llego a un restaurante, arreglado, feliz y hambriento, para darme el placer de una comida en compañía y, al leer el menú, se me antoja siempre algo que pertenece al listado de platos preparados para los críos.
Unas lagrimitas de pollo, unos espaguetis a la boloñesa, un huevo frito con patatas.
¿Será que quiero dármelas de lo que no soy?
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