Ando escribiendo este texto, fugaz, en un hotel a las afueras de Madrid, en el móvil, tumbado bocarriba, con las piernas apoyadas en la pared para estirar los lumbares tras un día muy tenso de trabajo, en una pausa entre capítulos de la novela que estoy escribiendo, con la mente puesta en que tengo que darme una caminata para abrir pulmones y cenar algo por el centro de Madrid.
Salva, ¿cómo haces para que te dé tiempo a todo?
Pues porque soy un agonías, de lo que presumo y de lo que me lamento.
Lo importante es que, en el fondo, soy como quiero ser.
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