—¡Estamos de cumpleaños, venid!
Fran y yo, que somos fáciles, nos plantamos donde nos dijeron. Había ya una mesa de diez, todos de la misma familia.
Con casas en medio mundo y siempre de viaje, pasamos un rato divertido con ellos, a quienes veíamos de higos a brevas.
Llegado el momento de la cuenta, dividieron entre doce.
Cuanto más dinero se tiene, más miserable se es.
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