Sin embargo ella, admirable en su humanidad, brillante como escritora, no representa lo que su marido, Paul Auster, representa para mí.
De ahí que cuando esta semana me enteré de que publica una última novela, extraordinaria según las críticas, mientras lucha con un cáncer ya avanzado, sentí el dolor intenso que se siente por la gente cercana.
Paul Auster es más cercano a mí que mi vecino de enfrente, que mi compañero de trabajo, que mi primo hermano que vive en Madrid. Con él he vivido de forma intensa momentos inolvidables, me ha hecho madurar a través de sus historias respecto a temas que me conmovían de siempre, ha removido con fuerza mis tripas en más de una ocasión, en más de diez. ¿De cuántos individuos podría decir lo mismo?
Ahora integro que sufre, sin perder su energía creativa, y me siento aún más unido a él.
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