—Queda una sola mesa.
Allí que me senté, reventado de subir cuestas y empapado por la lluvia.
—Conocerá usted 'Breaking bad' —me comentó el camarero, en un inglés atropellado de acento turco—, ¿verdad?
—Claro —respondí, movido por la curiosidad, sin querer explicarle que no había visto ni medio capítulo de esa serie.
—Es usted uno de los protagonistas, ¿verdad?
—No —me quedé de piedra—. No soy yo.
No quise investigar con quién me había confundido por no llevarme un disgusto.
Cuando me sirvió el vino, insistió.
—Al menos, no venderá usted metanfetaminas, ¿verdad?
—Jejeje. ¡No! —me estaba desquiciando.
Aproveché un instante en que no me veía para tomar el móvil. "Actor, Breaking Bad, Metanfetaminas" y Google empezó a sacarme fotos del actor. Algunas me horrorizaban, otras no estaban mal. Me sorprendió que alguien me confundiese con ese hombre.
Tras pagar, fui a despedirme de él a la barra. Estaba solo, con muchos clientes, y no dudó en dejarlos a todos para acompañarme a la puerta, que, solícito, me abrió.
—Ha sido un placer, señor.
Yo le lancé una sonrisa ambigua, no todos los días uno puede darse el gustazo de venir de Hollywood.
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