Por muy difusa que sea la imagen, veo el gran foco sobre mí y las palabras tranquilizadoras del médico antes de anestesiarme.
De ahí pasé a verme de nuevo entre arrumacos de mis padres para decirme que todo había ido bien.
Se suele escuchar a los adultos decir que los niños no aprecian todo el amor que se les da.
Yo sí integré esos arrumacos de mi madre antes de que un bisturí arreglara mi mirada desordenada. Ese amor, esa escena, esos besos se quedaron en mí para siempre para hacerme alguien mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario