—Ayer te vi en el cine.
Ella me puso cara rara.
—Imposible, ayer no fui al cine.
Me hizo gracia su salida, así que le dije la película que vi.
—Tú estabas al otro lado de la pantalla. Me encantó tu interpretación.
—¿Cómo dices que se llamaba el personaje?
En ese preciso momento me di cuenta de que ella no era actriz. Traté de salir del paso con unas risas, pero no había salida posible.
—Esta semana iré a verla —me dijo.
Yo no sabía donde meterme, porque supe desde ese momento que me maldeciría cuando comprobase con quién la confundí.
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